Llavar la roba hui en dia,
al nostre poble, no suposa cap problema. Prepares el que vols llavar,
poses la rentadora, esperes i roba neta. Però no fa tants anys era
un poc més complexe. A les cases no hi ha un espai per a rentar la
roba s'havia d'anar al llavaner públic; es cert que algunes cases
tingueren des de ben prompte un llavaner a casa (el safareig que
diem) però la majoria no disposava d'eixe luxe i havia d'acudir a
eixe espai públic que des de 1920 tenia Polinyà per rentar la
bugada. El que sempre he conegut és el del camí l'Ermita però
m'han parlat al camí de la Font, a la sequia primera, junt a l'antic
Matador.
Per entendre el que
suposava el llavaner i el perquè algunes dones li tenen tanta estima
hem d'entrendre la feina que suposava i el temps de li dedicaven.
Però millor que contar-ho jo que ho faça una persona que ho ha
viscut.
És un text d'Angelita
Benavent. L'any 2003 l'Ajuntament de Polinyà publicà un llibre amb
textos de les alumnes de l'Escola d'Adults ( un altre dia parlarem
del llibre). Algunes d'eixes alumnes continuaren escrivint textos per
si podíem fer un segon volúmen que no ha aplegat. Aquest és un
dels textos. Les seues paraules, tal com les va escriure, vos faran
sentir millor que les meues el que suposava anar a llavar la roba.
EL LAVADERO DE
POLINYÀ, autora: Angelita Benavent
Hace muchos años, pero
muchos años, del lavadero de Polinyà. Las mujeres no teníamos agua
en casa y nos íbamos a lavar la ropa al lavadero.
Tenias que ir pronto
porque sino no cogías sitio. El lavadero era muy grande. Estaba de
camino al cementerio, a mitad camino. La verdad es que era muy
bonito. Cuando llegabas bajabas cuatro escalones; tenia 18 metros de
largo y 8 de ancho; había una acera de unos dos metros de ancho y
luego unas piedras para lavar; las piedras eran muy gruesas y estaban
rugosas, así la ropa se lavaba mejor. La acequia pasaba por en medio
de las dos partes que tenia el lavadero y tendría unos dos metros de
ancha; el agua muy limpia, cristalina. Si alguna vez te caía
el jabón dentro del agua, como estaba tan clara, se podía ver
enseguida. Mi hermana perdió un anillo lavando y se lo dijo a mi
padre; a la mañana siguiente, con el agua limpia lo encontraron
enseguida.
En las paredes del
lavadero había cuatro ventanas grandes. La cubierta era de tejas
grandes, de unos 40 centímetros de largo por 30 de ancho.
Cuando ibas a lavar era
para todo el día, llevábamos toda la ropa de la semana. En mi casa
éramos nueves, así que imaginaros la cantidad de ropa. Todo el día
arrodilladas lavando. Si fuera hoy no se quien lavaría. Por lo menos
yo no, porque no podría arrodillarme.
Lo primera al llegar era
coger sitio. Enseguida poner la ropa a remojo en la lejía, que
hacían las propias madres: cuando se apagaba el fuego de casa cogían
las cenizas y las ponían en una jarra grande con agua y así hacían
la lejía (lleixiu en valenciano).
Mientras la de color
estaba a remojo cogíamos la blanca y, con jabón de pastilla, la
enjabonábamos bien y la dejábamos bien limpia. Después la subíamos
a la carretera; a los lados había mucha hierba y poníamos la ropa
encima para que cogiera el sol. De vez en cuando, subíamos a verla y
si estaba seca la mojábamos. Así varias veces. Mientras ibas
lavando la ropa de color y la tendías en los árboles cercanos para
que se secara.
Volvías a coger la ropa
blanca y volvías a lavarla y la dejabas en lejía por lo menos una
hora. Era el momento de ponernos a jugar. Uno de los juegos era vez
cuantas veces podías atravesar la madera que había sobre el agua
para pasar de una parte a la otra del lavadero.
Cuando habíamos jugado
bastante recogíamos la ropa de color, enjuagábamos la ropa blanca y
a casa. Llegaba la hora de despedirnos hasta la semana
siguiente.
El lavadero era el sitio
perfecto para enterarse de todo. Como estábamos tanto tiempo allí
entre nosotras se comentaban muchas cosas.
A veces en el campo de al
lado del lavadero había un hombre regando a tahona. Era curioso y
nos gustaba ir a verlo, incluso subir encima de la tahona para
hacerle de contrapeso. El hombre ponía una punta de la tahona dentro
del agua, esta se llenaba y el hombre la subía al huerto haciendo
fuerza en la otra punta. Así muchas veces, tantas como hiciese falta
para regar el campo.
Dicen que la tahona es un
invento árabe. Es como una pala del horno con un agujero en la punta
por donde entra el agua. Es una forma de sacar agua de un sitio sin
mojarse.
Angelita Benavent.
LES FOTOS:
Aquest article va acompanyat de dues
fotografies que han de ser explicades.
La primera, una vista general del
llavaner està feta fa poc. És el llavaner tal com està actualment,
encara que pasada a blanc i negre per acompanyar el text millor.
Posat a donar les gràcies he de
donar-les, òbviament, a Angelita Benavent pel seu exercici de
memòria, al temps que dir que formava part d'aquell grup de pioneres
i una de les que va aportar molts textos a aquell llibre que edità
l'Ajuntament de Polinyà de Xúquer fa uns anys i del que s'han venut
una muntonada d'exemplars (ja en parlarem d'ell un altre dia)
Eduard J. Gay